martes, 27 de enero de 2009

Lago


Lagos de Covadonga. Asturias ; donde viven el silencio, la inspiración y la fuerza.

lunes, 26 de enero de 2009

La luz interior

"si quieres ver la luz, búscala en tu interior". Ese viaje hacia uno mismo que ya predicara San Agustín debió ser una de las inquietudes de los monjes cordobeses que, huyendo de Al-Andalus , fueron a parar a las desangeladas tierras de la cuenca alta del Esla, en el Reino de León. Erigieron su cenobio, San Miguel de la Escalada, en medio de un gélido y pelado monte, reutilizando algunas columnas romanas, y empleando al arco visigótico. El contraste de los colores de las distintas piedras, tamizado por la pequeña ventana que dirige la luz hacia el fondo del ábside, queda hoy algo desvirtuado por el encalado de algunos paramentos, pero conserva el ambiente mágico de lo íntimo en este pequeño templo, del llamado "arte de Repoblación". Según consta en un epígrafe, el abad Alfonso de Córdoba reconstruyó un edificio anterior. También informa que fue el obispo Genadio quien consagró la iglesia en 913.
Las naves, divididas por las citadas columnas con arcos de herradura, desembocan en una cabecera triple, de la cual se aprecia en la foto la parte central.

domingo, 25 de enero de 2009

Maiestas Domini

Uno de los motivos centrales de la iconografía del románico es la "Maiestas Domini" o Cristo en majestad. El Cristo románico es un rey, cuyo poder debe acrecentarse con el progresivo desarrollo de los burgos durante el siglo XIII. De esta época es este friso de la Iglesia de Santiago de Carrión de los Condes, en Palencia. Es un altorrelieve en el que las figuras ya aparecen casi exentas, como va a pasar en el gótico. Al cristo reinante, envuelto en la "almendra mística", le acompañan los cuatro evangelistas representados mediante sus animales simbólicos o "Tetramorfos".
Esta iglesia presenta una interesante planta, en la cual la cabecera tiene una ligera inclinación hacia la derecha con respecto a la nave, simbolizando la cabeza reclinada de Cristo en la cruz. El templo ya ha ganado el valor de cuerpo de Cristo, que le otorga la cristología bajomedieval. El ábside es la cabeza y los fieles, en la nave, forman parte de ese cuerpo. Lamentablemente esta iglesia tiene hundido el techo, y está cubierta por una chapa de uralita. Alberga un pequeño museo.El camino de Santiago pasa por la calle en que se encuentra, en pleno centro del pueblo. Una de las casas más próximas es la casa natal del famoso Marqués de Santillana.

domingo, 18 de enero de 2009

La ciudad de Dios destruída

La reforma benedictina de los abades cluniacenses de principios del siglo X permitió adaptar los monasterios regidos por las austeras reglas de Benito de Nursia en verdaderos centros vertebradores de los territorios en que se asentaban en los aspectos económicos y sociales. La expansión de los "monjes negros" de Cluny quedó ahogada por otra reforma que propugnó la vuelta al rigorismo de los primeros tiempos, impulsada por Bernardo de Claraval, un monje borgoñón, en la abadía de Císter. Esta reforma cisterciense supuso la recuperación de la austeridad y, desde el punto de vista del arte, la pérdida del espíritu decorativo del románico. Los monasterios eran "ciudades de Dios", centros de la actividad económica e intelectual de la sociedad feudal. A lo largo de esa gran vía de comunicación que fue el Camino de Santiago, numerosas fundaciones monásticas rivalizaron por la primacía económica sobre las tierras que dominaban. La foto muestra el ruinoso estado de uno de los principales de los que hubo en Castilla, el de San Pedro de Arlanza, en la provincia de Burgos. Aún puede verse el triple ábside de la cabecera típico del románico, y las bases de las columnas que sujetaron las desaparecidas naves sobre una planta de tipo basilical. Estas imponentes ruínas se encuentran en medio de un boscoso paraje a pocos kilómetros del Monasterio de Silos.

domingo, 11 de enero de 2009

adorando a mitra

La iglesia de Santa María de Lebeña se encuentra en Cantabria, en una desviación del camino que atraviesa el Desfiladero de la Hermida. Dentro de lo que se conoce como "arte de repoblación", su construcción data del primer cuarto del siglo X, por orden de Alfonso, Conde de Liébana. Se trata de un edificio basilical que sigue la tradición astur de cabecera triple. Es destacable el juego exterior de volúmenes, que se aprecia bien en la foto adjunta; y que tiene su correlato interior en una compleja articulación de espacios cuadrangulares configurados por pilares y bóvedas independientes y a distintas alturas. Por eso la articulación volumétrica exterior no perfila la referida forma basilical. Pero al margen de sus peculiaridades arquitectónicas, ciertamente las más complejas de las de su estilo, lo intrigante de esta iglesia se encuentra en su altar. Una enorme piedra se hallaba sobre el suelo del templo a la altura del propio crucero. De siempre se le creyó parte del propio pavimento, pero ese plano más elevado del piso del crucero no respondía a ninguna justificación litúrgica según el antiguo rito mozárabe que debió seguirse en el culto, lo que levantó alguna sospecha. En una intervención reciente se cayó en la cuenta de que dicha piedra era en origen un altar que se había caído. Cuando se levantó aparecieron símbolos celtas tallados que evidenciaban un culto precristiano a Mitra. El culto mitraico se sabía presente en Cantabria hasta al menos el siglo V, pero este hallazgo en una iglesia cristiana del siglo X invita a elucubrar sobre su pervivencia hasta época plenamente medieval, e incluso sobre un probable sincretismo entre cultos cristiano y celta en aras de una mejor articulación del territorio en plena primera expansión del reino astur bajo el reinado de Alfonso III, de quien el conde era feudatario. En todo caso, en ese mismo lugar los Druidas celebraban culto antes de la cristianización, y quién sabe si al unísono siglos después de la caída del Imperio Romano.