martes, 25 de mayo de 2010

De piedra y ladrillo


Uno de los más antiguos cenobios altomedievales que se localizan en las áridas tierras de los páramos de la submeseta norte, era el de San Benito, en la villa de Sahagún, en plena "Tierra de Campos". Esa zona de nadie fue, en los albores del medievo hispano, la mejor defensa frente al Islam, y posteriormente, tras la conformación del condado castellano, motivo de seculares disputas entre Castilla y León. La región entre los ríos Cea y Pisuerga, dote de doña Sancha, esposa del primer rey de Castilla, Fernando I, y nuera por tanto del ilustre Sancho III el Mayor de Navarra; es la cuna también de un arte llamado románico-mudéjar, que para no quedar perdido en ese auténtico "cajón de sastre" que es el "mudéjar" (aquí se ha venido en llamar así a todo arte posterior al período del románico clásico) uno prefiere llamar "románico de ladrillo". Y es que son ciertamente pobres estas tierras meseteñas en piedra. Y por ello no es infrecuente la presencia de construcciones al estilo románico, pero hechas en ladrillo de adobe. Este magnífico ábside que ilustra el presente comentario corresponde a la iglesia de San Tirso de Sahagún. Erigida en el siglo XIII sobre las ruínas del viejo monasterio de San Benito (hoy desaparecido, pero documentado desde época visigoda), se inició en piedra aún en la centuria doce, pero a las pocas hiladas, y cual se aprecia en las fotografías, se continuó en ladrillo de adobe. Se convirtió así en la primera iglesia hispana, posiblemente, que sustituyó a un material por el otro, considerado más burdo, menos digno, más pobre. Las columnas de piedra del ábside central (véanse fotos) se continuaron con pilastras de ladrillo, rematadas en una doble arquería de medio punto. Los dos ábsides laterales son de ladrillo enteramente. Así, un cambio que, en principio, pudiera tacharse de indigno, de inapropiado, acabó convirtiéndose en fundacional de un nuevo modo arquitectónico, aunque aún, (en mi modesta opinión al menos) dentyro del románico. Así lo prueba, por ejemplo, la esbelta torre cuadrangular que corona el crucero, y que responde a una de las tipologías románicas (al estilo catalán y lombardo). Aquí vuelve a emplearse la piedra, en algunas de las columnas del campanario. Pero no son columnas del siglo XIII. Son romanas, posiblemente de los siglos IV y V, procedentes de antiguas villas de terratenientes romanos destuídas por las invasiones bárbaras, y aquí reutilizadas...800 años más tarde.

martes, 18 de mayo de 2010

Horizonte perdido



En 1937 el gran maestro del séptimo arte Frank Capra filmada una película que tituló "Lost horizon". Narraba las peripecias de un diplomático británico y su grupo de acompañantes en China. Fueron secuestrados en su avión y trasladados a un monasterio en el Tíbet, al parecer por motivos políticos. (ya en las décadas de primeros de siglo XX los activistas tibetanos reivindicaban su independencia de China). Pues bien, dicho monasterio, a refugio de la gran cordillera del Himalaya, guardaba un inquietante secerto, que no desvelo para animar a quien me lea a ver la película. Su sitiación geográfica era límite, entre un fértil valle eternamente primaveral, y una impresionante cadena montañosa perpetuamente nevada e invernal. Existe un monasterio románico en la península ibérica, que bien podría haber sido el escenario de tal película: Santa María de Arbás. Se ubica en la divisoria de dos mundos geológicamente y climáticamente dispares: justo en donde el viejo zócalo precámbrico meseteño es arropado por la imponente pared granítica de la Cordillera Cantábrica, entre León y Asturias, dentro del término municipal leonés de Villamanín de la Tercia. Viajando desde León hacia Oviedo por Pajares, justo antes de la última curva de la carretera antes de coronar el puerto, se halla la vieja iglesia románica del siglo XII, que es lo que se conserva en pie del antiguo monasterio. Pasando esa curva, la carretera se desploma literalmente hacia un hondo valle, mientras las montañas descarnadas de vegetación, que se elevan cual graníticas moles en el horizonte, parecen ir creciéndose, alzándose poderosas como una gigantesca ola de piedra que nos quisiera engullir. La experiencia de pasar en coche el famoso puerto de Pajares es ciertamente única, si se hace desde la parte leonesa. Antes, conviene una parada en la vieja iglesia de Santa María de Arbás. El interior de la nave del templo descansa sobre macizas columnas de grosor poderoso, de donde parten las nervaduras que conforman los arcos fajones que sustentan la pétrea bóveda de medio cañón. En el exterior, aún a finales del mes de junio, cuando fueron tomadas las fotos que ilustran este comentario, los neveros de las montañas circundantes conservan restos de la nieve que las cubrió todo el invierno. No puede haber sitio más propicio para el retiro monacal.
P.D: El día que se tomaron las fotos, ... fuímos a la playa de San Lorenzo, en Gijón.