sábado, 18 de junio de 2011







La desamortización eclesiástica de mi paisano, Juan Alvarez Mendizábal, supuso el abandono de muchos monasterios, cuyas tierras fueron enajenadas y posteriormente vendidas al mejor postor, admitiéndose también como forma de pago, títulos de deuda pública, con lo cual fueron tenedores de estos títulos los que compraron estas tierras. Es decir, la medida, lejos de ser progresista, benefició económicamente a los más poderosos de los poderosos, y el dinero obtenido por el Estado, se destinó sobre todo a sufragar los gastos de la guerra carlista, que se libraba por aquellos años treinta del siglo XIX. Muchos campesinos que laboraban las tierras de titularidad monacal gratis, o a cambio de una voluntaria limosna a los monjes, no pudieron seguir haciéndolo por las prohibiciones de los nuevos propietarios. Al desastre productivo y económico de aquella desamortización, contraria de la que se necesitaba, hay que sumar el desastre patrimonial que supuso vaciar de ocupantes los centros monásticos, que iniciaron un rápido proceso de ruina. Muchos de ellos, que en las zonas del Camino de Santiago eran de orígenes cistercienses, están hoy a nivel puramente arqueológico.
Uno de los que han salvado al menos su iglesia, aunque muy remodelada, cual se aprecia en las fotos, es el de Santa María de Sandoval, en Villaverde de Sandoval (León). Este templo es hoy la iglesia parroquial del pueblo. Tiene un elegante y sobrio ábside en su cabecera, del románico tardío (finales del siglo XII), espectacular por su gran altura para su época; y una decoración geométrica singular en la puerta norte de su gran transepto.(véanse fotos) El resto de dependencias monacales, ampliadas en los siglos XVI y XVII, están semi-derruídas, y valladas precariamente, a la espera de una rehabilitación, que esperemos próxima.

sábado, 4 de junio de 2011

La Historia y sus "ciclos"


Vuelve a resurgir el dilema de si la Historia "se repite", es decir si puede obedecer a ciertos ciclos vitales de las sociedades de los seres humanos; o, si por el contrario, es siempre única en sus acontecimientos. Es evidente que sólo hubo un paso de Las Termópilas, o unos idus de Marzo, o un saco de Roma, de la misma forma que sólo hubo un Leónidas, un Julio César o un Carlos V. Así pues parece que está claro que la historia es irrepetible. ¿O no?
Ello sería así si la función de la Historia fuera narrar los hechos del pasado como efectivamente sucedieron, como decía Herodoto; o, más modernamente, el positivismo alemán. El profesor de la universidad de Berlín, von Ranke, defendió en el siglo XIX que, dado que los sucesos son únicos e irrepetibles, no son susceptibles de ser comprendidos atendiendo a categorías universales, sino atendiendo a su singularidad. El trabajo del historiador sería, en expresión de Ranke, "mostrar lo que realmente sucedió". Parece la cosa clara.
Sin embargo, desde el siglo XIX surgió la idea de hacer de la Historia una disciplina científica, que aplicara un método científico de investigación. El primer problema que surgió fue concretar si la Historia era la sucesión de hechos del pasado ("res gestae"), o el relato de tales hechos ("historiam rerum gestarum"). Tras secular controversia, se convino, en que Historia eran las acciones humanas en sí, y la ciencia que los estudia, la Historiografía. Parecía resuelto el asunto, y una disciplina científica podría superar el mero relato, a modo de crónica, de los historiadores antiguos.
Pero surgió un nuevo problema, que puede resumirse en la siguiente pregunta: Si la Historia son los hechos pasados, y éstos ya no son, porque son pasado...¿existe la Historia? Y si no existe la historia, ¿se puede aspirar a un conocimiento científico de lo que no existe? No existe al Antiguo Egipto, ni el Imperio Romano, ni la España de los Reyes Católicos... ¿Como construir una ciencia de lo inexistente? Dicho de otra forma, ¿qué sentido, o para qué, pararse a averiguar cómo fueron las cosas en el pasado, si, siendo éstas únicas, no pueden derivarse de ellas ninguna Ley Univrsal, ni nada que pueda servir como avance de la ciencia? En conclusión, la nueva ciencia historiográfica, parecía ser un auténtica inutilidad, y un absurdo en sí misma.
Se cayó entonces en la cuenta de que sí que existían las Pirámides, y el Coliseo, y la momia de Ramsés II, y el Tratado de Tordesillas, y ... se entendió por fín que la nueva ciencia había de fundamentarse en las cosas existentes. Su objetivo, en vez de narrar con exactitud lo que sucedió, sería el de construir un relato sobre sucesos del pasado, verificable a través de las pruebas existentes, a las que se les llamó "fuentes". El principio científico de investigación histórica, parecía al fín salvado.
Y surgió un nuevo problema. ¿Qué hacer con los períodos espacio-temporales de los que no había restos materiales, ni fuentes escritas, ni vestigios o reliquias? ¿Había que renunciar a un conocimiento científico sobre ellos? Se concluyó en que la historia en singular no existía, sino que existían distintas historias de distintas sociedades humanas durante diversos períodos de tiempos. Y muchas de esas historias parecían irreconstruíbles por la Historia en cuanto disciplina científica. ¿Qué hacer? Se diría que sólo las llamadas ciencias "experimentales" podían implicar una investigación científica. Se empezó también a pensar en cuál era la diferencia entre las "ciencias" y las "ciencias humanas" (o no experimntales) Y se cayó en la cuenta de que en las ciencias naturales, el investigador podía ser eliminado del campo cognoscitivo, dado el carácter demostrativo de estas ciencias; pero en las ciencias sociales, aparecen como objeto de estudio, unos seres que planifican o realizan operaciones. Los árboles, las moléculas, o las piedras no hacen ninguna operación. El que los estudia puede abstraerse del campo de su estudio. Pero en el estudio de la historia, podía darse una similitud entre los estudiosos y los estudiados, como sujetos que ejecutan actos. ¡EUREKA! Se podía seguir con el relato historiográfico, simplemente por la similitud procedimental entre los dos sujetos. Estos es, cuando no hay fuentes, se puede cubrir esos períodos espacio-temporales mediante la suposición de lo que se hubiera hecho, por simple aplicación de la lógica, o del sentido común. Y ello podía hacerse porque a fín de cuentas los seres humanos respondemos a parecidos esquemas mentales y de comportamiento. en este sentido, podemos decir que la Historia sí se repite, que es cíclica. no en hitos y personajes, sí en comportamientos humanos en el seno de las diferentes sociedades. Podían establecerse hipótesis de lo sucedido, a espera de hallar fuentes que lo confirmaran o desmintieran, o, caso de no hallarse jamás, dar la mejor de las hipótesis como Historia, habida cuenta de que el objeto de la ciencia historiográfica era la construcción de un relato verosímil sobre lo sucedido, no la simple constatación de un hecho del pasado. Claro que siempre quedará quien piense que el conocimiento así alcanzado es menos científico que el de las Matemáticas, por ejemplo. Claro que una ciencia, en la que todo ha de encajar a la perfección, más que ciencia, yo diría con Aristóteles que es "mecánica".El llamado "subjetivismo" de las ciencias sociales se produce pues por la "imposibilidad de eliminar y neutralizar las operaciones del sujeto, del campo categorial". (en expresión del profesor Veas Arteseros) Pero también es cierto que ello posibilita a los científicos sociales teorizar sobre su área de conocimiento (también sobre la Historia) y lograr así el avance en el conocimiento de un modo científico, como hace el ser humano desde que así lo concibiera un tal Galileo.
P.D. En la foto, la fachada de la Universidad Pontificia de Salamanca, una de las más antiguas del mundo, junto a la famosa "Casa de las conchas"